“Hoy, en la noche del mundo y en la esperanza de la BUENA NUEVA, afirmo con audacia mi fe en el futuro de la humanidad. Me niego a creer que las circunstancias actuales hagan incapaces a los hombres para hacer una tierra mejor. Me niego a creer que el ser humano no sea más que una brizna de paja azotada por la corriente de la vida, y sin tener posibilidad alguna de influir en el curso de los acontecimientos. Creo que la verdad y el amor sin condiciones tendrán la última palabra. La vida, aun provisionalmente vencida, es siempre más fuerte que la muerte. Me atrevo a creer, que un día, todos los habitantes de la tierra podrán tener tres comidas al día para la vida de su cuerpo, educación y cultura para la salud de su espíritu, igualdad y libertad para la vida de su corazón. Creo igualmente que un día toda la humanidad reconocerá en DIOS la fuente de su amor... el lobo y el cordero podrán descansar juntos, cada hombre podrá sentarse debajo de su higuera en su vida, y nadie tendrá que tener miedo. Creo firmemente que lo conseguiremos”
Martín Luther King, en su discurso al recibir el Premio Nobel de la Paz en 1964
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