Publicado en ECLESALIA
A Jesús no se le puede seguir buscando seguridad, pues él «no tiene donde reclinar la cabeza». Para seguir a Jesús, hay que olvidarse de otras obligaciones pues lo primero es «anunciar el reino de Dios». A Jesús no se le puede seguir «mirando hacia atrás» pues quien le sigue así, «no vale para el reino de Dios».
«Seguir» a Jesús es una metáfora que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. Para ellos significa en concreto: no perder de vista a Jesús; no quedarse parados lejos de él; caminar, moverse y dar pasos tras él. «Seguir» a Jesús exige una dinámica de movimiento. Por eso, el inmovilismo dentro de la Iglesia es una enfermedad mortal: mata la pasión por seguir a Jesús compartiendo su vida, su causa y su destino.
El instinto por sobrevivir en medio de la sociedad moderna nos lleva hoy a los cristianos a buscar seguridad. La jerarquía se afana por recuperar un apoyo social que va decreciendo. Las comunidades cristianas pierden peso y fuerza para influir en el ambiente. No sabemos «dónde reclinar la cabeza». Es el momento de aprender a seguir a Jesús de manera más despojada y vulnerable, pero también más auténtica y real.
En la Iglesia vivimos con frecuencia distraídos por costumbres y obligaciones que provienen del pasado pero no ayudan hoy a generar vida evangélica. Hay pastores que se sienten como «muertos dedicados a enterrar muertos». Es el momento de volver a Jesús y buscar primero el reino de Dios. Sólo así nos colocaremos en la verdadera perspectiva para entender y vivir la fe cristiana como quería él.